Arctic Monkeys: una velada que fue del gozo al pozo.
Para hablar sobre la noche en que Arctic Monkeys se presentó en la Ciudad de México es necesario hacer una clara distinción entre las dos vertientes esenciales: en primer lugar, y resulta una gran pena destacarlo, la pésima organización por parte de Ache Producciones; y, en segunda instancia, el ímpetu con que la banda trató de complacer a un desilusionado e impaciente público que durante tanto tiempo los había esperado.
El ambiente en los alrededores del Estadio Azteca y en el estacionamiento del inmueble, antes de la hora acordada para que arrancara el show, era por demás festivo. Se podía respirar la expectativa, júbilo y emoción por ver a un cuarteto que durante su `corta´ trayectoria ha sabido construir un camino sólido, permitiéndole cosechar una gran base de seguidores; sin embargo, bastó cruzar los torniquetes del recinto para que gran parte de la ilusión se desvaneciera.
Lamentablemente, la sed de poder y la necesidad por generar más dinero a costa de la fanaticada mexicana, hizo que Ache Producciones vendiera más boletos y, por lo tanto, generar un verdadero caos al momento de que los asistentes trataban de ocupar los lugares por los que habían pagado.
Ya a varias horas de distancia, y tras haber meditado lo sucedido, me doy cuenta de que no estuvimos inmersos en una pesadilla kafkiana, sino que en verdad fuimos víctimas (y alumnos destacados a la vez) de cómo no se debe organizar un evento.
Metidos ya de lleno en la música, sin dejar de lado el contexto antes descrito, los Arctic Monkeys se apoderaron del escenario minutos después de las 23:30 horas para tratar de calmar la situación.
El ambiente en los alrededores del Estadio Azteca y en el estacionamiento del inmueble, antes de la hora acordada para que arrancara el show, era por demás festivo. Se podía respirar la expectativa, júbilo y emoción por ver a un cuarteto que durante su `corta´ trayectoria ha sabido construir un camino sólido, permitiéndole cosechar una gran base de seguidores; sin embargo, bastó cruzar los torniquetes del recinto para que gran parte de la ilusión se desvaneciera.
Lamentablemente, la sed de poder y la necesidad por generar más dinero a costa de la fanaticada mexicana, hizo que Ache Producciones vendiera más boletos y, por lo tanto, generar un verdadero caos al momento de que los asistentes trataban de ocupar los lugares por los que habían pagado.
Ya a varias horas de distancia, y tras haber meditado lo sucedido, me doy cuenta de que no estuvimos inmersos en una pesadilla kafkiana, sino que en verdad fuimos víctimas (y alumnos destacados a la vez) de cómo no se debe organizar un evento.
Metidos ya de lleno en la música, sin dejar de lado el contexto antes descrito, los Arctic Monkeys se apoderaron del escenario minutos después de las 23:30 horas para tratar de calmar la situación.